Mascarillas, algún alumno confinado, distancia social, patios divididos… Pero plenos de vida, música, alegría y emoción. La semana previa a la fiesta de San Juan Bosco ha inundado los patios de vitalidad, frente a las adversidades de esta pandemia que, Dios mediante, va tornando a su fin.
El claustro de la Casa de la Trinidad se puso manos a la obra días antes para hacer del mes de enero un mes diferente. Un mes único que, además, ha estado teñido de rosa y celeste con la venida de Nuestra Madre Auxiliadora, tras siete meses ausente para ser restaurada. Carreras de sacos, campeonatos deportivos, bailes y música, mucha música. Ya lo decía Don Bosco: “Debemos amar lo que aman los jóvenes”. Y ahí estaremos siempre.
Los más pequeños, con sus clases adornadas y con dibujos, han vivido unos días muy intensos entre concursos, risas y compañerismo. Los chicos de ESO y Bachillerato, añorando las barbacoas que vendrán, pero viviendo un triduo online realizado con mucho gusto y cuidado por el equipo de Pastoral de la Casa, así como juegos y concursos en las tutorías. No han faltado cada mañana los preciosos testimonios de salesianos como don Emilio Alberich; la palabra y el aliento de don Luis Cornello, don Sergio Codera y don Miguel Canino, director titular; la emoción que emana de la Archicofradía o del grupo vocacional…
Por la tarde, para la feligresía, la Basílica de María Auxiliadora se llenó a diario bajo la predicación del delegado inspectorial de Pastoral Juvenil, don Jordi Lleixá, sdb; en el tradicional triduo entre el 28 y el 30 de enero, y que cerrará el obispo emérito de Sevilla, don Juan José Asenjo, el próximo lunes 31 en la función principal.
Bajo el lema ‘Y tú, ¿sabes silbar?’, la Casa ya aguarda con ganas al próximo 31 de enero. Lo viviremos, por segundo año consecutivo, de forma diferente. Pero la ilusión no nos la podrá quitar nadie. Los patios volverán a llenarse y sonreiremos con la mirada. Y seguiremos soñando por un mundo mejor.
